Botellonas

A ver quién la tiene más grande. Es la infantil filosofía que ha llevado a jóvenes de muchas ciudades españolas a convocar hoy, 17 de marzo, decenas de botellonas. Los medios de comunicación, encima, se dedican a airear esta competitividad chabacana entre los adolescentes de las principales capitales. La cuestión es preocupante y requiere un estudio serio y concienciudo de posibles causas y probables consecuencias.
¿Por qué se reúnen millares de jóvenes en la calle? La respuesta, por su parte, es clara: para divertirse. El problema está en que esta forma de diversión ocasiona muchos problemas al resto de la comunidad, pero eso muchos no lo quieren ver. Causas de esta nueva (no tan nueva) forma de ocio: falta de alternativas, falta de integración en la sociedad, falta de expectativas, falta de responsabilidad, falta de oportunidades. Los jóvenes, muchos jóvenes, están faltos. Sí, también de educación, y de retos, y de objetivos. Faltos.
Las consecuencias de esta costumbre de emborracharse cada fin de semana están por ver. De momento, padecemos problemas de tráfico, de limpieza y de convivencia. Los problemas en la salud pública llegarán con el tiempo.
Para resolver los primeros, están los Ayuntamientos. Tan sencillo como hacer cumplir las normas. Orinar en la vía pública: multa. Aparcar sobre el acerado: multa. Conducir ebrio: multa. Dejar basura en la calle: multa. Música con excesivos decibelios: multa. Si esto no se cumple, es por miedo a perder votos o por falta de implicación de las policías locales.
El otro problema, el social, se inserta en la ausencia de valores, en las carencias de la educación. Complejo, sí señores.